Confiar en los demas

. miércoles, 19 de septiembre de 2007
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Confiar en los demas


¿Recibiste un trato injusto en algún momento de tu vida? ¿Te has vuelto un desconfiado? ¿Piensas mal del otro por sistema? Te damos las claves para dejar de sufrir

Estuve saliendo con un chico que me hacía luz de gas. Es decir, para él yo siempre me equivocaba: la hora a la que habíamos que­dado, dónde dejaba algo... Tanto me corregía que al ñnal perdí la seguridad en mí misma, dudaba de todo, estaba siempre nerviosa y sólo te­nía fe ciega en él. Aún hoy, cuando pierdo algo o me confundo, me agobio como antes.

Si bien estoy aprendiendo a controlar esa angustia, no puedo evitar desconfiar de todos los que me ro­dean. Hace poco he empezado a salir con otro chico, pero tengo miedo a estropearlo todo por mi desconfianza, por lo que a veces creo que se­ría mejor dejarlo.


Sé que hago cosas mal, pe­ro no acierto a corregirlas. Por ejemplo, le pre­gunto varias veces lo mismo para pillarle en un error y tener la excusa para enfadarme.

Decepcion con la vida

. domingo, 2 de septiembre de 2007
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Decepcion con la vida


Querías comerte el mundo... y ha resultado indigesto. ¿Sientes frustración? ¿No obtienes lo que crees que tu esfuerzo merece? Quizás el perfeccionismo o las metas poco realistas estén saboteando tu presente...

En esta sociedad mediáti­ca se ha dado en llamar "la generación mileurista"a las mujeres y hombres que rondan la treintena y pare­cen estar más preparados intelectual y culturalmente que ninguna otra ge­neración anterior. Carolina Alguacil, de 28 años e inventora del término, lo ve así:


"El mileurista es aquel jo­ven licenciado, con idiomas, posgra­dos, másters y cursillos, que no ga­na más de mil euros. Gasta más de un tercio de su sueldo en alquiler, porque le gusta la ciudad. No ahorra, no tie­ne casa, no tiene coche, no tiene hi­jos, vive al día... A veces es divertido, pero ya cansa...".


No sólo cansa; agota, y hasta puede acabar hundiendo en el desencanto, la rabia o la depresión. Pero ¿no estaremos exigiendo a la vi­da (a la sociedad, a los demás) "dema­siado", a costa incluso de cederle parte de nuestra responsabilidad? ¿Y no esta­remos errando en el tipo de premios o recompensas que nos creemos con de­recho a esperar?


Como superar la decepcion con la vida


El error entre tener y ser


"Tengo una carrera, dos másters y 800 euros de sueldo. Ni siquiera pue­do aspirar a esos pisos de 30 metros que anuncia el gobierno. Si no fue­ra por el colchón de seguridad de mis padres, estaría en el umbral de la po­breza", cuenta Soraya, de 29 años. ¿Y cómo lo vive? Con mucha ansiedad y un estilo de vida acelerado: traba­jando todo el día para ganar, y gas­tando lo ganado durante el resto del tiempo. Lo cual convierte el disfru­te en satisfacción inmediata y aturdi­miento. ¿Cómo neutralizarlo sin ha­cerse monje zen? ¿Cómo reencontrar los valores que nos ayudan a sentirnos personas y no robots?


Vives en el mundo que construyes


Para recuperar tu centro y saber discenir qué te interesa de la vida, co­mienza a deshacerte de la ideas dis­torsionadas que suelen colonizar la mente y perturbar la autorrealización.

Perfeccionismo. Crees que debes hacerlo todo bien y trtas de controlar hasta el último detalle. Ideas irracionales: "Sólo yo sé hacer las cosas como se debe", "No soporto que me critiquen","Cuando cometo un error me siento fatal". Ideas realistas: "Me gusta hacer bien las cosas, pero no soy el mejor en to­do", "Todo el mundo comete erro­res, y yo también. Caer y levantarse es parte del aprendizaje para caminar".

Aprobación. Sin ella, las dudas te impiden tomar decisiones. Ideas irracionales: "Me preocupa lo que puedan pensar de mí", "Prefie­ro complacer a los demás que a mí mismo", "Me cuesta decir no".


Ideas realistas: "Me importa lo que piensen de mí, pero más el respeto que me debo a mí mismo", "Cada cual tiene derecho a tener su opinión sobre mí y no todas van a ser buenas","Lo que yo necesito o me apetece impor­ta tanto como lo que necesitan o les apetece a los demás".


Vulnerabilidad. Vives con el mie­do constante a que te lastimen. Ideas irracionales: "A menudo me siento víctima de las circunstan­cias", "Me inquieta el futuro", "Me obsesiona que las cosas salgan mal". Ideas realistas: "Las circunstancias a veces me hacen sentir mal y otras bien, pero mi estado de ánimo de­pende sobre todo de mí mismo", "El futuro depende en buena medida de que disfrute del presente de forma sa­na","Si algo sale mal, lo intentaré de otra manera la próxima vez".

Control. Sólo confías en ti. Ideas irracionales: "Detesto dejar mi vida o mi futuro en manos ajenas", "No soporto que me den órdenes", "Me gusta estar pendiente de todo, porque si no suele acabar fatal". Ideas realistas: "Yo no puedo diri­girle la vida a todo el mundo; ade­más, eso genera mucho resentimien­to", "Delegar agiliza el trabajo, hace sentir bien a los demás y me libera de una carga","Soltar las riendas reduce el estrés; controlar la vida de los de­más me hace depender de ellos y me impide vivir mi propia vida, que es la única que realmente puedo vivir".


Dependencia. Te sientes incapaz de valerte por ti mismo y continua­mente buscas ayuda de los demás. Ideas irracionales: "Necesito que me quieran para sentir que soy alguien", "Pido consejo sobre la mayoría de las cosas que tengo que hacer","Jamás sería feliz estando solo". Ideas realistas: "Conocer otras opi­niones es importante, pero mis pro­pias decisiones las tomo yo", "Me gusta estar en grupo, pero también puedo disfrutar mucho a solas".


Cuidado con tu lenguaje


Las palabras tienen una gran carga emocional y poder para "solidificar" ideas erróneas. Las que producen an­siedad y preocupación corresponden a cuatro grandes categorías:

Extremistas. Calificativos que exa­geran los hechos o les imprime un carácter catastrofista: terrible, trági­co, espantoso, desastroso, intolerable... Alternativas: difícil pero no insufrible; situación incómoda pero no intolera­ble; preocupante pero no terrible...

Dicótomas. O blanco o negro, son palabras que excluyen las tonalidades de grises, que suelen ajustarse más a la realidad: rotundamente, nadie, nunca, siempre, todos, nada... Alternativas: a veces, algunas cosas o personas...

Evaluativas. Hay dos categorías: jui­cios (despreciable, estúpido, fracasado, patético, inútil... Alternativas: me es­forzaré más la próxima vez; reconoz­co que me equivoqué, etc.) y órdenes (debería, tengo que... Alternativas: se­ría preferible que...).

Que victimizan. Palabras con las que subestimamos nuestra capacidad de afrontar los desafíos de la vida: débil, in­capaz, incompetente, no puedo... Alter­nativas: voy a intentarlo; podré hacerlo mejor; costará pero lo lograré.